Con el corazón del Teatro Mendoza latiendo a sala llena y más de 800 alumnos celebrando un año de trabajo, la Escuela Municipal de Danza “Jesús Vera Arenas” despidió su ciclo lectivo 2025 con un espectáculo que dejó huella: “Ciudad de Flores que Danzan”.
Tres funciones agotadas en el Teatro Mendoza y una emoción compartida convirtieron al histórico escenario en un jardín vivo donde cada movimiento fue un pétalo en expansión.
El cierre anual, siempre esperado por la comunidad mendocina, este año se transformó en una verdadera experiencia sensorial. La obra -un recorrido dividido en siete cuadros- invitó al público a atravesar mundos donde la danza se vuelve color, perfume, latido.
“El despertar de las flores”, “La flor nocturna”, “Flores de otoño cuyano”, “Flores de rojo pasión”, “Flores que iluminan”, “Flores del amor” y “Flores lejanas” fueron los cuadros dancísticos interpretados con una sensibilidad particular, combinando musicalizaciones cuidadosamente elegidas, vestuarios vibrantes y una puesta en escena que respiró creatividad en cada detalle.
Sobre el escenario floreció el trabajo de 810 estudiantes, que mostraron la riqueza y diversidad de la escuela municipal a través de disciplinas como folclore, tango, jazz, contemporáneo, danza clásica y español.
La mezcla de lenguajes dancísticos permitió que la obra desplegara un dinamismo único, donde convivieron tradición y modernidad, técnica y alma, precisión y libertad.
Pero entre los aplausos y la energía de los jóvenes artistas, hubo un instante que detuvo el tiempo. La escuela, fundada en 1964 por la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, rindió homenaje al profesor Germán David Torres, quien concluye su labor docente luego de 41 años acompañando generaciones de bailarines.
Su nombre fue recibido con una ovación que desbordó emoción: fue el abrazo colectivo de estudiantes, familias y colegas hacia un referente querido y respetado.
La Escuela Municipal de Danza “Jesús Vera Arenas”, una de las instituciones artísticas más emblemáticas de la Ciudad que actualmente dirige Gabriela Cánovas, renovó así su rol como espacio de formación, crecimiento y comunidad.
El cierre de año volvió a demostrar que la danza es mucho más que disciplina: es un puente entre personas, un lenguaje que une y un lugar donde las historias se escriben con el cuerpo.
Con el eco del último aplauso resonando aún en la sala, la institución se prepara para un nuevo ciclo 2026. Mientras tanto, “Ciudad de Flores que Danzan” queda en la memoria como una de las puestas más sensibles y celebradas: un homenaje al arte, a la dedicación y al florecimiento colectivo.
